Informática: la insólita amenaza del año 2000 (Nota I)

La computación bajo la espada de Damocles

 

A las 23.50 del 31 de diciembre de 1999 cualquier piloto de avión preferirá estar en tierra que acercándose a un aeropuerto. Y no para festejar el nuevo año, sino por el peligro que existe de que las computadoras de la torre de control fallen cuando se llegue a la cero hora del 1º de enero del 2000.

 

El problema parece más bien un argumento de ciencia ficción, pero es ya, por lejos, la gran preocupación de científicos y técnicos que estudian hoy cómo evitar que esa bomba de tiempo estalle sin control justo al concluir 1999.

 

Esa preocupación se define hoy de distintas formas: el problema del año 2000, el bug del año 2000, la crisis del 2000, el cambio de milenio (aunque en realidad el milenio cambia en el 2001) y, en los Estados Unidos, país con tendencia al uso de siglas, el Y2K bug, donde la Y corresponde a year (año), y la K a kilo, mil. Bug significa, en la jerga de las computadoras, error de programación.

 

"El problema es muy, muy simple -explicaba a La Nación, a su paso por Buenos Aires, Peter de Jager, el gurú del 2000, invitado por la Secretaría de la Función Pública hace un año-: nuestros sistemas de computación fueron escritos para almacenar dos dígitos para el año, en lugar de cuatro y, debido a esto, cuando ponemos 00 en esos sistemas, fallan, porque piensan que estamos hablando de 1900." Jorge Zabalgoitía, gerente de Segmento Año 2000 para Latinoamérica Sur de IBM, añade: "Este no es un problema sólo de las computadoras, sino de toda la tecnología digital".

 

"Es una transición, más que un problema -opina Alexander Knaani, de la oficina Proyecto Año 2000 para Latinoamérica, de la misma compañía-. Los sistemas que asignen sólo dos dígitos al año no van a procesar en forma correcta el cambio de 1999 a 2000.

 

"Por ejemplo, en una planta potabilizadora de agua, cuyas compuertas para el ingreso de cloro están manejadas por computadoras, éstas podrían cerrar las compuertas al llegar el primero de enero del 2000. Imagínese el caos que se produciría en una ciudad, si la gente no tiene agua potable durante varios días."

 

Es un hecho: muchas computadoras, programas y componentes electrónicos utilizan fechas para funcionar. Las aplicaciones financieras y bancarias, los chips en una central nuclear o una plataforma petrolera, las líneas de producción de alimentos, las centrales telefónicas, las aerolíneas, las cárceles.

 

Las fechas -de nacimiento, deceso, apertura de una cuenta, solicitud de un crédito, períodos de uso de un servicio, vencimiento- están por todas partes. Las computadoras son perfectamente capaces de manejarlas, siempre lo han sido.

 

Pero no siempre fueron tan baratas como lo son hoy. Hace 20 o 30 años, un sistema corporativo costaba millones de dólares y la memoria electrónica era uno de sus componentes más costosos y, se entiende, escaso; por lo tanto, los programadores eran compelidos a reducir todo lo posible su uso.

 

 

 

El origen del problema

 

Cada dato ocupa memoria. La fecha es un tipo de dato. Y habiendo tantas en danza, ¿por qué no abreviar un poco allí donde hay números redundantes? "Excelente, saquemos los dos primeros dígitos del año, los de mil novecientos, nadie va a necesitarlos", decidieron.

 

Así, los grandes sistemas de cómputo centralizado (mainframes, en la jerga) y sus aplicaciones, nacidos hace 20 o 30 años, usaron sólo dos dígitos para representar el año. En lugar de 1905, almacenaban y operaban solamente con 05. Esta abreviatura, prácticamente inevitable en aquella época, traía bajo el poncho una peligrosa ambigüedad, porque 05 tanto puede significar 1905 como 2005.

 

Sin embargo, casi nadie esperaba que estas máquinas y estas aplicaciones fueran a durar hasta el siglo siguiente. Pero duraron, y el error se fue arrastrando de una generación informática a otra, hasta que los dos dígitos impregnaron prácticamente todos los sistemas computacionales corporativos.

 

"Algunos de nosotros, gente de computación, fuimos a los gerentes -relata De Jager- y les dijimos que eso no iba a funcionar correctamente en el 2000. Y su respuesta fue: "No nos preocupemos por problemas que van a ocurrir de aquí a 30 años". Y diez años más tarde volvimos y dijeron: "No nos preocupemos por problemas que van a ocurrir de aquí a 20 años, 10 años, 5 años, preocupémonos más adelante". El más adelante ya llegó."

 

En la práctica, hubo varias señales tempranas de lo que se venía. Las empresas de finanzas que otorgaban créditos a más de 30 años en la década de los '70 en los Estados Unidos notaron que sus sistemas eran incapaces de calcular las fechas más allá del 31 de diciembre de 1999, según consigna la cuarta edición de El Año 2000 y las fechas de dos dígitos: Una guía para planificación e implementación, un manual publicado por IBM.

 

Mientras esta compañía prefiere hablar del desafío del 2000, muchos consultores, como Alejandro Prince, de Prince & Cooke, consideran que en realidad se trata de un error de programación forzado por los costos de la memoria hace 20 o 30 años.

 

Pero, según Prince, probablemente habría costado menos dinero ser previsor (como aconsejaban De Jager y otros expertos hace 10 o 20 años) que corregir los errores en los últimos cinco o seis años de la década, como ocurre ahora en todo el mundo. El costo en el nivel mundial de solucionar el bug del 2000 está entre 200.000 y 600.000 millones de dólares, según las estimaciones de varias consultoras.

 

 

 

Las máquinas no piensan

 

En general, se dice que cuando las máquinas pasen de 99 a 00 interpretarán que corre el año 1900. Esta simplificación, necesaria para entrar en tema, oculta otros aspectos del bug del 2000. La verdad es que las computadoras no pueden interpretar nada. Y ése es el verdadero dilema.

 

Cuando llegue el primer día del 2000, sábado, los sistemas informáticos, inmunes al feriado y al festejo, seguirán realizando los cálculos para los que fueron diseñados. Pero obtendrán resultados basándose en una fecha cien años atrasada, si no han sido adaptados al 2000. Estos resultados anómalos son los que pueden disparar el desastre.

 

Suponga que usted llama por teléfono a un familiar dos minutos antes de las 24 del 31 de diciembre de 1999. Y cuelga un minuto después de las 24. Habló tres minutos. Pero si la computadora de la compañía telefónica sigue sujeta al formato de los dos dígitos para el año, usted recibirá una factura de teléfono por casi un siglo continuado de uso; eso, si no calcula los intereses que la computadora le impondrá porque usted, además, hace cien años que no paga.

 

Por eso, la British Telecom tiene un presupuesto de 350 millones de libras esterlinas para evitar, entre otros, estos catastróficos resultados. AT&T gastará, se estima, unos 300 millones de dólares para resolver el bug.

 

En la Argentina, Andrés Alcaraz, gerente de comunicaciones corporativas del GrupoTelefónica, explicó a La Nación que las contrataciones de hardware con los grandes proveedores de centrales telefónicas (Siemens,Ericsson, Alcatel, NEC, GTE) se debe hacer con uno o dos años de antelación, por lo que el grupo hizo las previsiones para el 2000 cuando menos uno o dos años atrás.

 

"Sin esa previsión, el negocio mismo del grupo, las telecomunicaciones, habría dejado de funcionar en el 2000." El grupo, dice Alcaraz, también está adaptando sus otros tres sistemas informáticos, el de facturación, gestión de clientes y el que Telefónica usa internamente.

 

Como probablemente ocurre con otras empresas multinacionales, Telefónica está actuando, respecto del bug del 2000, en forma centralizada. "Además, el grupo da garantías de adaptación al 2000 a aquellas compañías que dependen de las comunicaciones y que soliciten esa información al grupo." Sin embargo, esos pedidos de garantías han provenido hasta ahora sobre todo del extranjero, no de empresas locales.

 

 

 

Efectos secundarios

 

En el peor escenario, también es posible que usted ni siquiera pueda arrancar su automóvil a partir del primer minuto de enero del 2000, si un chip en el interior del coche obtuvo un valor absurdo en sus cálculos basándose en que corre el 1900 y que, por ejemplo, han pasado -99 años.

 

Los resultados negativos o aquellos cuyo valor absoluto supere un tope establecido por el programador que escribió la aplicación en cuestión podría hacer que el sistema deje de funcionar o que tome decisiones inadecuadas a la realidad; por ejemplo, que dé por supuesto que usted hace cien años que no paga el servicio de cable o de electricidad.

 

O que debe intereses por un siglo de falta de pago del crédito que sacó hace tres meses, cancelándolo ipso facto. O que no debe al banco ninguna de esas cuotas ni deberá nada por otros cien años. O que usted, lisa y llanamente, ya no existe.

 

No todas las computadoras serán afectadas por igual con la llegada del 2000. Las que emplean los sistemas operativos Unix y Macintosh son consideradas como inmunes. En general, las computadoras personales no sufren el problema, incluso algunas con más de cinco o seis años.

 

Las aplicaciones para PC más populares son las que produce y comercializa la firma Microsoft, incluyendo sistemas operativos (DOS, Windows 95 y 98 y Windows NT) y programas de oficina (Word, Excel, Access). Microsoft tiene una página de Web en la que se puede consultar la viabilidad de cada uno de sus productos después del 2000. La dirección es www.microsoft.com/latam/prensa/2000.htm.

 

No obstante, el bug del 2000 es muy evasivo en los sistemas personales. Edgardo Juri, country manager para el Cono Sur de la consultora Gartner Group, señala que si un usuario copia datos de una planilla de cálculos Lotus o Excel incompatible con el 2000 y los pega en una de las nuevas versiones, que sí son compatibles, de todas maneras obtendrá una fecha errónea.

 

"Las compañías están muy preocupadas por los mainframes, de los que en general sólo tienen uno. Pero se olvidan de las miles de PC que tienen instaladas y en las que también pueden producirse serios errores a causa del bug del 2000", dice Juri.

 

 

 

No es tan simple

 

Con todo, el peligro más conspicuo acecha en los grandes centros de cómputo centralizado (mainframes) y en aplicaciones escritas para ellos en Cobol y otros antiguos lenguajes de programación. Al principio se pensó que todo podía resolverse con unos pocos cambios en los programas. Lamentablemente, no es tan simple.

 

La verdad es que el bug del 2000 impregna todos los sistemas de cómputo centralizado en varios niveles y en una escala prácticamente inconmensurable.

 

Por ejemplo, es muy común que los programadores usen fechas supuestamente absurdas -pero fáciles de recordar- para indicar estados especiales. La fecha de nacimiento 9/9/99 puede señalar, en cierta aplicación, que esta persona ha fallecido, que dejó de pertenecer al club, que se mudó o algo por el estilo. Ahora, a poco más de un año del 9/9/99, este valor empieza a perfilarse como una nueva amenaza, un aperitivo de lo que ocurrirá en el 2000.

 

Además, producir un programa de computación involucra al menos dos pasos: escribir el código en sí -las instrucciones que le dicen a la computadora lo que se quiere que haga, como sumar valores, almacenar un parámetro en una base de datos, calcular el interés compuesto, etcétera, y documentar ese código.

 

La documentación sirve para simplificar el mantenimiento del código. Es decir, si una compañía decide mejorar esa aplicación o, como en este caso, corregir el bug del 2000, la documentación indicará rápida y fácilmente los puntos donde ingresar las enmiendas.

 

Pero en muchos casos la documentación o se perdió o nunca fue escrita. Para empeorar las cosas, los programas antiguos han sido retocados varias veces en 20 o 30 años, a veces por programadores cuyo paradero se desconoce, complicando todavía más su interpretación y corrección.

 

 

 

Un problema que nadie previó

 

La lista de problemas no termina en el software. Los chips (circuitos electrónicos integrados) también contienen un código, y ese código puede, llegado el caso, manejar fechas. Esta parte del problema del 2000, a la que los técnicos llaman sistemas embebidos, salió a la luz más o menos recientemente.

 

Un ejemplo especialmente complicado son las plataformas submarinas, cada una de las cuales tiene alrededor de 10.000 chips sumergidos bajo el mar. También las centrales nucleares y los sistemas de salud contienen chips que pueden manejar fechas y son, por lo tanto, potencialmente sensibles al bug del 2000.

 

Este es el panorama que pintó en varios seminarios Bob Cohen, vicepresidente de la Information Technology Association of America (ITAA) y editor del ITAA's Year 2000 Outlook, que se distribuye en 50 países. Según el Gartner Group, el 2% de los chips embebidos están afectados por el bug del 2000; Cohen estima que un 5% de los chips embebidos tiene problema. En cualquier caso, la cuestión es encontrarlos.

 

Y hay más. Usted debe haber oído hablar de las bases de datos. Se trata de información digital organizada en registros, campos, tablas e índices. Si una empresa o un organismo usa una base de datos con campos de dos dígitos para el año, se enfrenta a un desafío adicional: corregirla sin detener las operaciones de la institución mientras llega el 2000.

 

 

 

Gran problema operativo

 

Sería más fácil parar el negocio para arreglar el problema, pero ése es un lujo que ni las empresas ni, mucho menos, los Estados pueden darse.

 

Los más pesimistas aseguran que con la llegada del 2000 habrá cortes masivos de suministro eléctrico, telefonía y alimentos, y que esta situación se extenderá por varios días y, tal vez, semanas y meses. Los más optimistas aseguran que la mayoría de las empresas y organismos estatales llegarán bien al 2000, aunque no en la misma proporción en todos los países.

 

El Gartner Group afirma que los Estados Unidos llevan la delantera en este sentido, seguidos por Europa. América latina y la región Asia-Pacífico son las que están en último lugar.

 

En todo caso, nadie en ningún país parece haber evaluado certeramente y a tiempo la magnitud del problema.

 

Lo que más preocupa a los expertos, a tan sólo 16 meses del 2000, cuando buena parte de los sistemas cruciales ha sido corregida o está en vías de serlo, es el efecto dominó: las computadoras controlan la mayoría de las actividades humanas.

 

Pero eso no es lo más serio, sino el hecho de que las computadoras funcionan en red. Basta que un chip falle o un programa empiece a producir datos anómalos en algún lugar para que el sistema entero se ponga en riesgo.

 

Los sistemas informáticos están preparados para afrontar fallas en algún eslabón de la cadena. Pero para las computadoras el 2000 no es una falla. Ellas simplemente estarán haciendo sus cálculos como siempre, aunque sus resultados y decisiones resulten absurdos. El problema, en todo caso, lo tendremos nosotros.

 

 

 

Informática: la insólita amenaza del año 2000 (nota II)

Se gastarán más de 200.000 millones de dólares en todo el mundo por la crisis

 

Costo: al menos esa cifra demandará adecuar los sistemas de computación al cambio de año; la Argentina está atrasada.

 

El bug del 2000 o la problemática del 2000 es una situación informática global, insólita y de alto riesgo causada por el uso de dos dígitos, en lugar de cuatro, para almacenar el año en las computadoras centrales fabricadas hace 20 o 30 años.

 

Estas computadoras llegarán al 2000 basando sus cálculos no en la cifra 2000, sino en 00, con lo que se obtendrán resultados anómalos cuyos efectos son todavía impredecibles. Todos los países del mundo están invirtiendo enormes sumas de dinero y horas hombre para corregir el software de estas computadoras y llegar al 2000 sin inconvenientes. Aunque no todas podrán lograrlo en la misma medida.

 

En todos los casos, la crisis tendrá un costo global tan inmenso como variable, según las consultoras. IDC calcula que se gastarán menos de 200.000 millones de dólares en todo el mundo, mientras que para JP Morgan esta cifra es de 400.000 millones. El Gartner Group estima que el costo será de 600.000 millones, además de un billón en juicios, de los cuales ya hay 3000 en curso.

 

Para el Boston Software Productivity Research, el costo del bug del 2000 en todo el mundo será de 3,6 billones, y para el Technology Business Report, 2 billones, incluidas las responsabilidades legales y las caídas de productividad.

 

Alejandro Prince, a cargo del estudio Prince & Cooke, opina que las empresas que proveen soluciones para la crisis son las que estiman que el costo será mayor. A su juicio, el cálculo más certero es el de su principal competidor, IDC (200.000 millones).

 

 

 

El costo es escalofriante

 

Los expertos dicen que éste es el problema discreto más complejo y costoso que ha enfrentado la humanidad.

 

El Citicorp, por ejemplo, deberá invertir 600 millones en todas sus filiales, lo que equivale al 2% de sus depósitos. Para las redes informáticas de Wall Street, el costo será diez veces mayor. Se calcula que las empresas norteamericanas gastarán, en conjunto, 52.000 millones de dólares por causa del bug del 2000.

 

Las estimaciones de lo que le costará a la Argentina la crisis también varían. Para Software Productivity Research Inc., deberán gastarse en nuestro país 3200 millones de dólares. Prince & Cooke estima unos 1300 millones, aunque no se añadirán al volumen del mercado de tecnología de la información local. "Un 60% saldrá del presupuesto existente, de la postergación de otros proyectos o la asignación de personal interno. El 40% restante será realmente un gasto extra, por la compra de nuevos equipos y aplicaciones, y por contratación de terceros, entre otras cosas", explica Prince.

 

El consultor también afirma que la informatización argentina es en muchos casos bastante reciente, lo que en este caso ayuda, porque hay muchas empresas, instituciones y organismos que compraron equipos y programas aptos para el 2000.

 

Tal parece ser el caso del Hospital Británico, cuyo jefe de cómputos, Ricardo Scrilatti, dijo a La Nación que "el equipamiento informático (del hospital) está preparado para soportar cuatro dígitos para el año". En el Británico sólo tuvieron que analizar y modificar las pantallas de consultas y datos. Sobre la posibilidad de que un tomógrafo u otro equipo médico salga de línea con la llegada del 2000, los responsables del Británico también afirman que esos equipos son modernos.

 

En el Hospital Francés empezaron hace dos años a ocuparse del tema. Sus redes de PC con bases de datos soportan los cuatro dígitos, pero debieron revisaron los programas y cambiar los índices de los archivos.

 

Otras empresas privadas y organismos estatales nacionales aprovecharán la crisis para actualizarse: es el caso del Banco Nación, según afirman sus responsables de sistemas, y de la Anses, según la Secretaría de la Función Pública (más sobre esto en próximas notas).

 

 

 

El atraso argentino

 

El Gartner Group posee una estadística sobre el cumplimiento de los planes de las empresas para llegar en orden al 2000. En Estados Unidos, el 60% de las compañías, instituciones y organismos han concluido las correcciones del software y han probado que todo funcione; a escasos 16 meses del 2000, en América latina y Asia-Pacífico, esta cifra es de sólo el 35 por ciento.

 

El 90% de las empresas norteamericanas seguirá funcionando después del 2000, aun cuando no hayan conseguido corregir todos sus sistemas. Gartner llama a esto sostenibilidad operacional; en América latina y Asia-Pacífico, la sostenibilidad operacional corresponde al 60% de las empresas e instituciones, lo que significa que un 40% de ellas no podría seguir brindando servicios, fabricando productos o simplemente atendiendo al público con la llegada del 2000.

 

"El 16,7% de las empresas y organismos argentinos -dice Prince- todavía está en la etapa de diagnóstico y dimensionamiento del problema. El 18,9% está en el desarrollo de un plan de acción. Los que ya lo instrumentaron suman el 36,5 por ciento. Los que lo instrumentaron y están probando que funcione constituyen el 21,6 por ciento." Dos meses atrás, sólo el 6,3% de los afectados en la Argentina tenían el problema completamente solucionado.

 

El retraso afecta también el volumen de dinero que se invertirá para resolver la crisis. De los 1300 millones que Prince & Cooke estima que se invertirán en el país, entre un 15 y un 20% se gastaron en 1997, del 25 al 30% se gastará este año y más del 50% se desembolsará entre 1999 y los primeros años del 2000, en el caso de aquellas empresas que no lleguen a tiempo con las correcciones.

 

"Mi estimación personal es que a la Argentina le costará cerca de dos mil millones de dólares reparar el bug del 2000", reflexiona Edgardo Juri, country manager para el ConoSur del Gartner Group. El desglose que hace Juri es como sigue: cada provincia tendrá que gastar entre 20 y 30 millones. La provincia de Buenos Aires cuenta por tres provincias, y hay que sumarle a eso la Capital. Además, están el Banco Nación, la DGI y la Anses, que gastarán cada uno lo mismo que una provincia, según el Gartner Group.

 

En total, calculan que el Estado nacional y el provincial deberán invertir de 600 a 800 millones de dólares. A esto debe añadirse el gasto que hicieron, hacen y seguirán haciendo la industria, el comercio y la banca privada.

 

Parece haber habido un cambio sustancial, al menos en la actitud de las compañías locales, frente al problema, según se consigna en un estudio realizado por IBM hace poco.

 

En enero de 1997, según IBM, sólo el 42% de las empresas argentinas tenía en marcha un proyecto de corrección. Un año después, esa cifra había trepado al 85%. Los que todavía tenían el asunto pendiente sumaban el 23% a principios de 1997, mientras que en enero último esa cifra había bajado al 9%. Más importante aún: en enero de 1997, el 35% de las empresas opinaba que el bug "no las impactaba"; hace ocho meses sólo creía eso el 6% de las compañías.

 

Pero lo que más le preocupa a la gente no es tanto el gasto y las estadísticas, sino si podrán seguir cobrando sus sueldos, manejando sus cuentas bancarias, tomando créditos o recibiendo los servicios públicos, a partir del 2000. La jubilación, los impuestos, el circuito financiero, que involucran a empresas privadas y, sobre todo, al Estado, tienen un desafío colosal frente al 2000.

 

 

 

Informática: la insólita amenaza del 2000 (nota III)

El Banco Central ya tomó medidas ante la crisis

 

En 1997 la Reserva Federal de los Estados Unidos comenzó una agresiva campaña de divulgación del problema del 2000 en los bancos centrales de varios países, incluida la Argentina. El primer efecto aquí fue una circular del Banco Central, con fecha 18 de julio de 1997, titulada Adecuación de los sistemas informáticos para su uso a partir del año 2000. Sería el primer paso para que uno de los circuitos más críticos para el normal funcionamiento de una sociedad se pusiera a trabajar sobre el bug del 2000.

 

Hasta entonces, y como reflejaba una nota publicada en octubre de 1996 en el Suplemento Informática de La Nación, el ambiente bancario todavía destilaba "incertidumbre, alarma y descreimiento".

 

Con la circular del BCRA se estableció un conjunto de normas a la que los bancos y entidades financieras debían adaptarse, corrigiendo el bug del 2000 en tiempo y forma. El BCRA emitiría en lo sucesivo varias circulares más en las que se mencionan fechas límite a las que deben llegar los bancos con sus sistemas en orden.

 

 

 

Banco Nación, Anses, DGI

 

Por su parte, la Secretaría de la Función Pública había encarado el bug del 2000 poco antes, en 1996, llevando el asunto al gabinete nacional, una iniciativa poco usual en un país como la Argentina, donde la tecnología ha estado perpetuamente marginada de la agenda política. Esta secretaría fue la que trajo a Peter de Jager, el gurú del 2000, para dictar seminarios en el país.

 

Ahora, y desde hace unos quince días, lo que era la Dirección de Coordinación e Integración tecnológica de la Secretaría de la Función Pública, se ha convertido en la Subsecretaría de Tecnologías Informáticas, a cargo de Alejandro Val, con jurisdicción en todas las áreas del Estado y con atribuciones en la fijación de políticas de Informática, lo que incluye el bug del 2000.

 

La Unidad Ejecutora Año 2000, a cargo del ingeniero Juan Franchino y dependiente de esta nueva Subsecretaría, es la que se encarga específicamente del problema del 2000, con funciones consultivas pero no ejecutivas. La unidad releva periódicamente las acciones de los organismos del Estado afectados por el problema y brinda asistencia a los organismos centralizados y no centralizados.

 

"Lo que me parece importante destacar respecto de la problemática del 2000 es que no va a ser un caos, como se dice a veces, no es el fin del mundo -asegura Franchino-. Pero sí es cierto que hay mucho que arreglar todavía; los jubilados y los empleados públicos (después del 2000) van a seguir cobrando, el circuito bancario y financiero va a seguir funcionando, los impuestos van a seguir recaudándose. Pero puede haber problemas de infraestructura, porque hay equipos médicos que usan chips que manejan fechas, los gasoductos y las centrales atómicas tienen chips que manejan fechas, etcétera. Hay que prestarle atención a todo eso."

 

La decisión principal de la Secretaría que encabeza Claudia Bello fue la de priorizar las áreas críticas. En pocas palabras, esto significa dos cosas: primero, admitir que ciertos organismos fundamentales (como el Anses, típicamente) no podrán llegar a tiempo con todas sus aplicaciones y bases de datos adecuadas al 2000; segundo, y frente a este hecho, se decidió cambiar sólo el código que resulte indispensable para que los organismos puedan seguir funcionando. Lo demás se irá arreglando después del 31 de diciembre de 1999.

 

"Cambiar los códigos fue una decisión que se tomó de la experiencia de los Estados Unidos, donde se dieron cuenta de que no iban a poder reconvertir todas las bases de datos de la administración estatal antes del 2010 o el 2015 -explicó Bello-. Las áreas críticas son aquellas cuyo impacto, en forma directa o por conexión, pueden afectar al funcionamiento del Estado y la sociedad. " En otras palabras, según Bello, esto quiere decir que quienes se jubilen en los primeros años del siglo que viene van a poder hacerlo y cobrar. "Prácticamente la primera década del 2000 está contemplada (en esos 1800 programas)", aseguró Bello.

 

Por su parte, la Anses informó a La Nación que comenzó a trabajar en el Proyecto Ans2000 en septiembre de 1997, "asignándole máxima prioridad institucional, comprometiendo a toda la organización y conformando un área específica." Según la Anses, "ha resuelto el problema de determinar la real envergadura de su inventario informático y la forma de ayudar a instrumentar su solución, mediante el llamado a una licitación pública. La planificación del proyecto -continúa el breve informe enviado por la Anses a este diario- prevé que las tareas de renovación e implementación deben estar finalizadas en un plazo máximo de 8 meses."

 

Los responsables de sistemas del Banco Nación, por su parte, afirmaron que están trabajando en el problema del 2000 desde mediados de 1997 y que a principios del actual, por resolución del Banco Central, se formó la Comisión Especial Año 2000, que preside el vicepresidente del banco, Felipe Murolo, y que integran además su gerente general y el gerente de sistemas. El banco tiene dos prioridades informáticas: la problemática del 2000 y la extensión de la red a sus 335 sucursales (ahora son 150), proyecto que esperan alcanzar para fin de año. El presupuesto para ambas prioridades es de 114 millones de dólares.

 

El Nación dice que pondrá en marcha un nuevo host compatible con el 2000 este mes o el que viene y que el personal del banco está revisando 4000 programas escritos en Assembler y Clipper, mientras que contratistas que todavía deben ser seleccionados corregirán las aplicaciones en Cobol y Natural. De hecho, añaden, el Banco Central les exige una prueba inicial el 13 de diciembre de este año y una prueba final en las Pascuas de 1999. Bello agregó que los entes reguladores preocupan mucho, por lo que el asunto será llevado en los próximos días al gabinete nacional, puesto que estos entes son los que tienen que garantizar que las centrales nucleares y eléctricas, la telefonía y otros servicios funcionen después del 2000.

 

"De la DGI y la Aduana también tenemos informes de que (la adaptación al 2000) está funcionando bien, pero debemos chequearlo", dijo Bello La Secretaría de la Función Pública tramitó un crédito de 50 millones de dólares del Banco Mundial para resolver el bug del 2000 en el Estado y ya han recibido la primera partida. "Creo que la Argentina es el país que está más avanzado en este tema en América latina," opinó Bello.

 

 

 

El Banco Central

 

El circuito bancario y financiero es uno de los más afectados por el bug del 2000, y un área donde el problema puede tener efectos devastadores. El Banco Central hizo varias advertencias y comunicaciones a las entidades privadas y estatales y el 16 de enero de este año giró la circular 2654, cuyo carácter perentorio no podía dejar dudas en sus destinatarios acerca de la necesidad de adecuar los sistemas al 2000. En la circular se reitera que "la fecha límite para lograr la compatibilidad año 2000 en los sistemas y tecnologías asociadas es el 31/12/98 y, para las pruebas finales sobre la adecuación de los sistemas a los nuevos requerimientos, el 30/6/99."

 

La actitud del Central ante el bug del 2000 es percibida por algunos consultores como una clara señal de que las cosas van a marchar bien después del 2000 en el circuito financiero local.

 

El Banco de la Ciudad de Buenos Aires, uno de los más adelantados en la solución del bug del 2000 en la Argentina, debe revisar 4,5 millones de líneas de código en 3500 aplicaciones a un costo de varios millones de dólares, para llegar en fecha con sus sistemas adaptados.

 

 

 

Bolsa de Valores

 

Otro punto neurálgico de la economía, el Mercado de Valores, la Bolsa de Comercio y la Caja de Valores, invirtieron alrededor de dos millones de dólares para adecuarse al 2000. "Hubo que revisar 4200 programas, unas 3,5 millones de líneas de código", dice Juan Carlos Idaberry, asesor informático de estas instituciones. Cambiaron parte del hardware, pasando a procesadores aptos para el 2000, a un costo de 1,2 millón de dólares, y corrigieron los programas a un costo de 300 meses/hombre, a salarios de entre 2000 y 4000 dólares. "Una de las claves de haber gastado relativamente poco dinero en la adaptación es que comenzamos temprano. Los primeros inventarios (de los equipos, software y datos afectados por el cambio de fecha) se hicieron en el segundo trimestre de 1996. Actualmente, ya están hechas todas las correcciones, pero todavía faltan hacer las pruebas a nivel del sistema. Es decir, los simulacros de rueda de Bolsa con la fecha cambiada. Calculamos que va a estar todo probado y listo en diciembre de este año."

 

 

 

Registro de las Personas

 

Uno de los aspectos anecdóticos del bug del 2000 es que algunos organismos no tendrán problemas simplemente porque no usan computadoras. El Coordinador de Informática del Registro Nacional de las Personas (RNDP), ingeniero Fernando Etiot, explicó a La Nación que "hay poca informatización en el RNDP, esto es un trabajo artesanal. Los archivos maestros con los legajos que exige la Ley 17671 para cada habitante argentino están en soporte papel, de puño y letra de un oficial del RNDP y con las huellas dactilares asentadas directamente en el legajo."

 

Donde sí hay computadoras es en el sistema de control de ingreso y egreso de trámites, desarrollado por personal del RNDP y escrito en Cobol. "Lo están corrigiendo programadores del Registro y contrataremos cuatro analistas más a partir de los primeros meses de 1999. Ya están detectados los procesos que hay que adecuar (al 2000) y estará finalizado en el primer cuatrimestre del año que viene, a un costo de 15.000 dólares, aproximadamente."

 

El sistema informático de atención al público que funciona en la calle Jujuy es compatible con el 2000, mientras que el sistema interno de pagos del RNDP, desarrollado por terceros, está siendo adaptado al 2000 en estos días, a un costo de 20.000 dólares.

 

 

 

Informática: la insólita amenaza del 2000 (Nota IV y última)

En la Argentina, aún no se advierte alarma por la crisis

 

A 16 meses de la llegada del 2000, sigue siendo imposible para los expertos predecir qué ocurrirá cuando las computadoras cambien de fecha. Indudablemente, cuando toque la cero del primer día del 2000 habrá todavía muchos sistemas basados en el formato de dos dígitos para el año y una cantidad de chips con el mismo problema en el mundo y en el país. En la sociedad globalizada, en muchos casos dará lo mismo que la falla aparezca en Buenos Aires o en Singapur. Sin embargo, mientras en los Estados Unidos "se corre contra reloj para prevenir una catástrofe informática", como titulaba hace unos días el International Herald Tribune, un periódico que se distribuye con el New York Times y el Washington Post, en la Argentina no se percibe demasiada alarma. O, cuando menos, no se la expresa.

 

 

 

Comenzaron tarde

 

Todos los países comenzaron tarde a tratar el problema, especialmente en la adecuación de los sistemas informáticos dedicados a la administración estatal. Bob Cohen, vicepresidente de la Information Technology Association of America, relataba hace unas semanas, en su paso por la Argentina, que el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, había designado a uno solo de sus asesores, John Koskinen, para hacerse cargo del problema. Koskinen consiguió finalmente formar un grupo de tres personas para un asunto que en realidad requería de un ejército.

 

Con el paso de los meses los Estados Unidos se percataron de la magnitud de la amenaza y se pusieron al frente, en el mundo, de la transformación para adecuarse al 2000, enviando incluso a oficiales de la Reserva Federal para divulgar la cuestión entre los bancos centrales de varios países.

 

En la Argentina el bug del 2000 empezó a tener cierta divulgación entre los organismos del Estado a través de la Secretaría de la Función Pública, dependiente del Poder Ejecutivo, y el Banco Central emitió su primera circular en julio de 1997. Sobre la hora, se podría decir, teniendo en cuenta que los expertos consideran a octubre de 1997 como el límite para empezar a hacer las reparaciones y llegar a tiempo al 2000.

 

Según los analistas consultados por La Nación, un 40 por ciento de las empresas argentinas tendrán problemas para seguir operando, a causa del bug del 2000 y sólo el 35 por ciento ha completado actualmente la adecuación.

 

Según las autoridades nacionales, el funcionamiento básico del Estado y la banca está ya garantizado para después del 2000. Los analistas aseguran que las multinacionales con filiales en la Argentina son las que se encuentran más avanzadas en la conversión al 2000, siguiendo las políticas que les llegan desde sus cuarteles centrales. Por lo tanto, algunos servicios fundamentales, como la telefonía y la generación eléctrica, estarían garantizados. Sin embargo, la Secretaría de la Función Pública aún "está preocupada por los entes reguladores" que velan por el funcionamiento de esos servicios.

 

En cualquier caso, lo que no aparece en el discurso de empresarios y el Gobierno es la idea de que el principal riesgo del bug del 2000 es que aquellos sistemas que fallen lo harán prácticamente al mismo tiempo. No se trata de un conjunto de desperfectos aislados, sino de un error sistémico que impregna la informática en su conjunto y que acontecerá de golpe, tan pronto se evapore el último segundo de 1999.

 

Es obvio que cuanto más código se repare a tiempo, menor será el impacto general sobre el funcionamiento de empresas, servicios y administración estatal y privada. Pero también es obvio que se trata de un fenómeno de ramificaciones impredecibles. El efecto dominó y las reacciones en cadena son las que más preocupan a los expertos.

 

 

 

Reacción del Banco Central

 

"El ambiente de las entidades financieras le ha sacado un campo de ventaja al resto de las empresas", se escucha decir cuando se habla del bug del 2000 en la Argentina. El banco Central (BCRA) actuó tan pronto como recibió las comunicaciones de la Reserva Federal de los Estados Unidos y se espera que el circuito bancario podrá cosechar su fruto en menos de dos años; claro que, como el mismo presidente del BCRA, Pedro Peu, afirmaba en un seminario interno, el fruto será ni más ni menos que poder seguir operando.

 

El problema es que no alcanza, para evitar una crisis, con que la banca siga funcionando. Ni siquiera alcanza con que algunas funciones básicas del Estado estén -según sus responsables- garantizadas. Muchos sistemas del Estado están siendo adecuados parcialmente y, en ciertos casos, emparchados por medio de técnicas desarrolladas para enfrentar el bug, caso del Windowing, una solución temporaria que obliga a cambiar el código pero no los datos, postergando una de las asignaturas más complicadas del problema.

 

La buena noticia es que ahora hay mucha más conciencia en la Argentina de lo que puede pasar con la llegada del 2000. En la actualidad, sólo un 6% de los empresarios cree que el bug no impacta en sus negocios.

 

La mala noticia es que ya queda muy poco tiempo para adecuar los sistemas para que puedan seguir funcionando después del 2000. Y el segundero del reloj, especialmente del reloj digital que toda computadora lleva dentro, no se detiene.

 

 

 

Examen de conciencia

 

Cada vez que se pregunta a un experto qué va a pasar el 1º de enero del 2000, la respuesta es siempre la misma: "No podemos hacer futurología".

 

El sentido común indica, sin embargo, que los países que estén más avanzados en la corrección del bug serán los que menos problemas encuentren en los primeros días, semanas o meses del 2000. A la Argentina la ayuda el hecho de haberse informatizado tardíamente. Muchas empresas adquirieron directamente tecnología compatible con el 2000. Pero, a la vez, esta informatización tardía no ha permitido que los políticos y empresarios se formen una conciencia clara de la importancia que las computadoras tienen para el funcionamiento de una sociedad hoy en día. Están tan imbricadas en el comercio, la banca y la industria que una falla sistémica, como la que algunos analistas predicen con la llegada del 2000, puede poner en jaque durante semanas o meses a gran parte de la nación.

 

Si un efecto va a tener el bug del 2000 en la Argentina será el de, con más o menos trauma, establecer definitivamente la idea de que los chips y los programas informáticos ya no son un artilugio exótico.

 

 

 

Ariel Torres

Informe: Gabriel Tomich